"Por tí, Señor..."
Ya han pasado 15 días de esa mañana en la que pasaste a recogerme en tu coche, ¡Que nervios!
Recuerdo el enjambre de sensaciones que sentía; vergüenza, miedo, timidez, pero a la vez ganas de ir, de darlo todo, de aprender y disfrutar.
Ahora, pasadas todas esas emociones iníciales y al término de mi estancia con vosotros he de decir que todas las expectativas que traje conmigo se han visto superadas con creces.
Una vez una amiga me dijo que una cosa viene de Dios cuando el pensamiento sobre ello no abandona tu mente.
Hoy quiero dar gracias a Dios, por haberme traído a esta casa, por haberme regalado vuestra compañía y amistad y por darme todos los días fuerza para seguir adelante.
Ahora toca volver, ahora tocan las despedidas, pero, en esta ocasión para mí no hay tristeza, al contrarío, habita en mi una gran alegría, la alegría de que os he conocido a todos, tanto a las hermanas, como a Pilar y Gema, Como a Manolo y también he conocido mucho de Dios y lo que quiere de nosotros.
Vine con la intención de aprender y servir en todo lo que mis torpes manos y cabeza me permitieran.
He de deciros que he aprendido mucho a vuestro lado y, bueno en cuanto a lo segundo, me siento más o menos orgulloso de lo que he hecho.
Gracias Benizar, por ser un lugar tan lleno de rincones maravillosos y donde se está tan a gusto, gracias a su gente por abrir sus corazones a unos extraños como lo hemos sido nosotros.
Gracias a las jóvenes de la parroquia, me han servido de mucho aunque seguro que no se han dado ni cuenta.
Gracias Gema y Pilar, gracias por compartir vuestra vida, habéis sido un gran ejemplo.
Gracias a la Hna. Dolores, por su vitalidad, por su profundidad, por sus enseñanzas, gracias por haber estado aquí.
Gracias Hna. Cristina, no tengo palabras para referirme a ti. Tan sólo puedo decir que tu mero recuerdo me hace sonreír.
Gracias Manolo, por tus “sermones”, por estar ahí, por ofrecernos siempre tu mano, Por ser Tú.
Y Gracias a Dios por que se ha vuelto a valer de pequeños gestos para acercarme más a él y me ha ayudado a crecer como persona y en valores.
Sólo me queda despedirme, con un “Hasta pronto” y guardar todos estos días en un cofre dentro de mi corazón para, en los momentos en los que me sienta perdido y sólo, poder abrirlo y recordar estos momentos.
Sólo deciros para terminar que podéis contar conmigo para lo que queráis y que en mi siempre tendréis en mi una mano amiga.
Un afectuoso saludo, un gran abrazo y una gran sonrisa.
Dani.