viernes, 26 de noviembre de 2010

¡¡VEN SEÑOR JESUS!!


Vivir el Adviento no es tan fácil. Para muchos apenas adquiere relevancia, ni la palabra en sí y mucho menos su contenido. Apenas una suma pequeña de domingos que nos conduce a la Navidad.
Es necesario reivindicar el sentido pleno del Adviento como actitud cristiana fundamental: esperar a Dios y esperarlo en Jesús; creer en su venida progresiva, misteriosa pero real, a nosotros, al mundo. El Adviento es ese tiempo concreto que rompe nuestra in concreción y nuestra monotonía para ponernos en camino de conversión, para centrar nuestra vida no en una irrealidad, sino en la realidad maravillosa de Jesús que se acerca a la vida de los hombres como nuestro Salvador.
Nuestra salvación descansa en una venida. Aquel que viene, no lo han podido inventar ni producir los hombres mismos; ha venido a ellos desde el misterio de la libertad de Dios. ¡Cuántas veces lo han intentado! En todos los pueblos y en todas las épocas surgen las figuras de salvadores y redentores que apenas pueden modificar la realidad humana.
El auténtico Adviento procede del interior. Del interior del corazón creyente del hombre y, sobre todo, de la hondura del amor de Dios. Debemos preparar el camino a su Amor y descubrir formas nuevas que nos pongan en disposición de recibir "al Salvador de Dios". De nuevo volverá a tener vigencia y sentido este bello deseo y oración: "Ven, Señor Jesús".
Tiempo de esperanza.
-Hay esperanzas pequeñas y grandes: ¿Cómo son las tuyas?
-¿En qué base apoyas tu esperanza?
-¿Confías en el hombre?
-¿confías en Jesús de Nazaret?

martes, 16 de noviembre de 2010

ESTE ES EL DIA EN QUE ACTUO EL SEÑOR




El pasado domingo 14 de noviembre la parroquia viajó hasta Caravaca de la Cruz, con motivo del año jubilar.
Sentimos la necesidad de la ayuda de Dios para superar nuestra situación, de oportunidades de rebrotar, de rectificar. Tenemos la penosa experiencia de que por nosotros mismos no somos capaces del amor purificador. La indulgencia es la gracia que Dios nos concede para que el camino de nuestra maduración conversión y amor se haga cada vez más profundo, fácil y rápido.






SEA NUESTRA ALEGRIA Y NUESTRO GOZO


DAD GRACIAS AL SEÑOR


PORQUE ES BUENO


PORQUE ES ETERNA SU MISERICORDIA


¡ALELUYA!

lunes, 15 de noviembre de 2010

ARREGLOS Y PINTURA







Como es costumbre cuando se aproximan las fiestas, todos nos preparamos por dentro y por fuera empezamos a tener esa alegría y ganas de querer estar bien y esta vez también le ha tocado a la iglesia, la casa de Dios, la casa de todos. Hemos querido dar un repaso de pintura para así quitar todas la humedades y desconchados que tenia, también un pequeño arreglo a la escalera que sube a las salas de catequesis, podría hacerse muchísimas cosas mas, pero la economía de la parroquia es muy humilde y hay que ir poco a poco y con la colaboración de todos.

viernes, 5 de noviembre de 2010

MARTIRES POR AMOR


Dos jóvenes curas mártires.


Entraron en la iglesia, abarrotada de gente que celebraba la misa del domingo, y se fueron directamente al altar. A por los dos curas. Jovencísimos. El P. Wasim Sabih, de 27 años, y el P. Athir, de 32. Sabían que si mataban a los pastores, asustarían aún más a los fieles. Se acercaron a ellos y les pusieron una pistola en la sién. Los pastores, dispuestos a dar su vida por sus ovejas, no se asustaron. "Mátenme a mí, pero dejen a los fieles en paz", les suplicó el Padre Athir. Pero los fanáticos le replicaron: "Conviértete al Islam, porque de todas formas vas a morir". Y le dispararon en la cabeza.

Dos nuevos mártires de la fe. Dos curas muy jóvenes, pero capaces de ofrecer su vida por los demás.
Hoy que los curas están en la picota por culpa de las manzanas podridas que hay en su seno y por el sistema de silencio cómplice vigente hasta ahora como algo generalizado, el ejemplo de estos dos curas viene a poner las cosas en su sitio. Las manzanas podridas son pocas. Los curas normales, que dedican su vida al servicio de los demás, la inmensa mayoría. E incluso hay algunos héroes, como los dos de Bagdad. O como los más de 15.000 misioneros españoles, auténticos ángeles en los infiernos del mundo.

En nuestro propio país, cuando el mundo rural languidece y todos escapan de él, los curas permanecen. En sus pueblos. Con su cercanía de siempre. Compartiendo dolores y penas. Y alegrías, que también las hay. Enterrando con piedad a los que quedan, casi todos mayores. Haciendo lo que siempre hicieron: conocer a los suyos por sus nombres y quererlos mucho.
La sociedad española debería levantarle un monumento (real y en su memoria) al cura de pueblo. Curas que, como el padre Athir, dan la vida por la gente. Poco a poco y en silencio.