Al comenzar la cuaresma se nos invita a la conversión. Pero eso no es un empeño voluntarista, ni un cúmulo de propósitos que uno mismo tenga que lograr. Es Dios quien nos convierte, cuando le dejamos. Es Dios quien transforma nuestras vidas y les da hondura y plenitud. Es Dios quien nos hace madurar y crecer, asumir la vida con toda su complejidad. El Dios que, infatigable, está trabajando en cada uno de nosotros…
Un Dios que modela mi barro
“Cuantos se dejan llevar del Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y no habéis recibido un espíritu de esclavos, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos que nos permite gritar: Abba, Padre” (Rm 8,14-15)
He cambiado mucho en la vida. Desde que era pequeño hasta hoy. He conocido gentes, he compartido historias, he tenido aciertos y algún que otro descalabro. Y ahora soy consciente de que cuando te he dejado acunarme o sacudirme, cuando he dejado que tu palabra llegue hasta mis entrañas, entonces tú me has cambiado. Pero soy lento, y a menudo sordo o perezoso para Ti. Me atasco en mil dinámicas que no me dejan vivir a tu manera. Me veo débil, a veces necio… Menos mal que sé que tú no te cansas de modelarme, que me vas transformando con manos firmes. Tú sabes a dónde me quieres llevar.
Mirar cómo Dios habita en las criaturas… y en el ser humano dando entendimiento. Y también habita en mí, dándome ser, animándome, haciéndome sentir y comprender, y viviendo en mí… (Ejercicios Espirituales, n. 235)
Y al tiempo soy consciente de que vas tocando otras vidas, otras historias, otras gentes. Y en ocasiones me reconozco en otros rostros, y me siento cercano a otras vidas, porque sé que detrás de todos estás tú, uniéndonos, trabajando en cada ser humano, sin rendirte con nadie, porque crees en todos. Tú trabajas en aquellos a quienes quiero, y también en aquellos que me hacen sufrir. En los cercanos y los lejanos, en las víctimas y los verdugos. Tú trabajas incansablemente, siembras en cada uno de nosotros la semilla de tu amor. Ayúdame a mirar el mundo siendo consciente de que tú lates en El, y de que, imperceptiblemente, vas poniendo luz en cada vida.
¿Miro al mundo intuyendo que Dios está transformándolo?
¿Dónde hay destellos de Dios?
2 comentarios:
Necesito estar siempre dispuesta al cambio, necesito ser para El barro nuevo cada día, donde ese barro, esa materia sea mas fuerte, pero moldeable para que El pueda hacer conmigo lo que quiera..., necesito aprender de Ti, creer en tí, fiarme de Ti, dejarme sorprender por Ti. Que en mi corazon nazca y confie todo eso que a veces sale por mi propia boca..., siempre palabras para los demás, siempre consejos para los demás, creo saber lo que tiene que hacer todo el mundo pero no soy capaz de saber que tengo que hacer yo.
Dejame ser consciente dde mis silencios y sobre todo de tus palabras, claridad y fuerza necesito para poder seguirte. Te amo... pero hasta donde estoy dispuesta a llegar???
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Pues amiga, si te fias tanto de Él, si aprendes tanto de Él y te dejas sorprender tanto por Él, deja que Él te ayude a caminar descubriendo su presencia cada día.
No centres tu vida es saber como será la meta, el final del camino o si conseguiras recorrerlo. Simplemente disfruta de tu peregrinar y sobre todo el compañero del camino que anda a tu lado, aunque a veces no seas consciente de su presencia. Si estás tan centrada en si serás capaz de llegar te perderás la hermosura del camino que hoy te toca recorrer.
No tengas miedo. Adora, confía y camina.
Manolo.
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