El día que juntéis vuestras manos seréis un solo pueblo y Dios hará resplandecer entre vosotros la paz. Estas palabras son como una profecía. La paz llegará cuando todos los hombres y mujeres del mundo comprendan que quien está a su lado es un verdadero hermano.
Esperamos que llegue ese día, pero mientras tanto, los números nos aterran, porque detrás de cada cifra hay muchos hombres y mujeres que pasan hambre, que no tienen trabajo ni casa; están esos niños, casi sin posibilidad de vivir, a los que se cierra la oportunidad de una educación, de un desarrollo personal adecuado. Esta situación está haciéndonos llegar el grito desgarrador de millones de hombres y mujeres que esperan, pero que no acaban de ver llegar la ayuda que necesitan.
Manos Unidas ha oído ese clamor de los pobres, se ha puesto en camino, busca y envía recursos para alimentar a las poblaciones, para llevar a cabo proyectos para el desarrollo: levantar escuelas y hospitales, ayudar a las familias, denunciar tanta injusticia... Pero no con vanos discursos llenos de palabrería, sino poniéndose a trabajar, uniendo las manos de unos y de otros. Y las de todos con las de Dios.
(Estracto de la carta del cardenal Arzobispo de Sevilla)
“La mayor dificultad para acabar con el hambre en el mundo es creer que no se puede lograr”
No hay comentarios:
Publicar un comentario