REFLEXIÓN
DOMINGO XXIX T.O. DOMUND
1ª Lectura: Ex 17, 8-13
SALMO 120: EL AUXILIO ME VIENE DEL SEÑOR QUE HIZO EL CIELO Y LA TIERRA
2ª Lectura: Tim 3,14-4,2
Evangelio: Lc 18, 1-8
Siempre que escuchamos este evangelio
de San Lucas nos debiera de sacudir en lo más hondo de las entrañas esa
pregunta, que al final de la parábola del juez injusto, te hace, me hace
y nos hace Jesús: “Cuando venga el Hijo del
hombre ¿encontrará Fe sobre la tierra?
1.Hacemos
gala de que Dios es grande y bueno. Que no hay límites en su corazón. Que, como
buen Padre que es, nos concede a tiempo y a destiempo, aquello que
necesitamos para vivir o seguir como hijos en el camino de la fe.
Pero ¿sabemos si la
oración es grande en nosotros? ¿Si el motor de nuestra actividad humana y
eclesial está sustentado en una relación de “ tú a tú” con Dios o si, por el
contrario, ese compromiso del día a día, ha caído en un puro activismo
dejando caer el peso y toda su fuerza en nuestras habilidades, carismas,
carácter, temperamento y aptitudes?
2.La
crisis que estamos padeciendo en nuestra iglesia y en nuestras parroquias, en
nuestra vida de cristianos y en nuestros seminarios semivacíos, en
nuestra felicidad y en nuestra forma de vivir se debe en gran parte a que
nuestra oración es escasa, mediocre y débil. O, dicho de otra manera, que
nuestra fe es débil, superficial y –como dice un viejo canto- “ a nuestra
manera”.
Muchos
cristianos no saben marcar ni cómo conectar con ese número de la
oración. Otros, hace tiempo que lo dieron de baja en su agenda telefónica. A
otros, nadie se ha preocupado de hacerles sentir y ver el valor de una relación
íntima y personal con Dios para que llegasen a conocer aquella experiencia que
Santa Teresa de Jesús nos retrataba; “oración
no es otra cosa sino tratar de amistad con quien sabemos que nos ama”
3.El
evangelio de hoy nos
urge más que nunca, a ser como esa insistente mujer que ante el juez injusto
exponía una y otra vez sus necesidades con el convencimiento de que tarde
o temprano se saldría con la suya. ¿De qué manera?: desde la confianza,
constancia, esperanza y creyendo que Dios, siempre justo, permanece al otro
lado disfrutando y escuchando nuestra plegaria. Y, por supuesto, sin perder ni
la profundidad de lo que celebramos ni la creatividad para transmitirlo.
4.Fe + Caridad= Misión. Ese es el lema del Domund que hoy estamos
celebrando. Gracias a Dios, los misioneros –por miles entregados a su misión en
diferentes continentes- siguen haciendo presente lo que nosotros, con más
comodidad, vivimos en nuestras parroquias, comunidades, pueblos y ciudades.
Hoy, ante el Señor, no puede faltar
nuestra oración –insistente y confiada- para que, una de la caras más bonitas
de la Iglesia Católica (los misioneros) sigan contando con los medios
suficientes, espirituales y materiales, en su labor evangelizadora. Las dos
cosas llevan entre sus manos: fe (por el bautismo) y la caridad (fruto de su
intimidad con Cristo) allá donde la Iglesia les envía.
Si Dios nos ha dado tanto ¡qué menos
que en este día compartamos algo! Si Dios nos ha bendecido con una economía
estable; ¡qué menos que pongamos, poco o mucho, como ayuda a nuestros
misioneros! Hoy, porque queremos ser misioneros desde aquí y ahora, aportamos
nuestra fe y nuestra caridad.
En
el día del Domund, seguimos creyendo, apoyando y orgullosos de tantos hombres y
mujeres que, creyendo en lo que predican, hacen y promueven, llevan el anuncio
del Evangelio a tantos lugares de la tierra.
Que nuestra oración, junto con nuestro donativo, sea muestra de que
seguimos siendo dichosos por creer.
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