TIEMPO DE CUARESMA
La cuaresma es el tiempo que precede y nos
dispone para la celebración de la
Pascua.
Tiempo de escucha de la Palabra de Dios y de
conversión, de preparación, de reconciliación con Dios y con los hermanos,
tiempo de oración, de ayuno y de limosna.
El comienzo de los cuarenta días de
penitencia se caracteriza por el austero símbolo de la Ceniza, propio de los
antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la
penitencia. El gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la
propia fragilidad y la mortalidad, que necesita ser redimida por la
misericordia de Dios. Lejos de ser un gesto puramente exterior, la Iglesia lo ha conservado
como signo de actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a
asumir en el itinerario cuaresmal. Es tiempo de arrepentimiento, pero que no
equivale a la autocompasión o remordimiento, sino a CONVERSIÓN, a volver a
centrar nuestra vida en la Santísima Trinidad. No significa mirar atrás
disgustado, sino hacía adelante esperanzado. Ni es mirar hacía abajo a nuestros
fallos, sino a lo alto, al amor de Dios.
El arrepentimiento, o cambio de
mentalidad, lleva a la vigilancia, que significa estar presentes donde estamos.
Creciendo en vigilancia y conocimiento de uno mismo, aprender a ver la
diferencia entre el bien y el mal.
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